lunes, 19 de mayo de 2008

Maltrato Psicológico


El Maltrato Psicológico



Sustentados en el discurso de los derechos y de las verdades que la psicología ha construído en re­lación con las pautas de crianza, en algunos sectores sociales, el castigo que los padres in­fli­gen, intencionadamente ha cambiado de objeto. Encontramos aquí el maltrato psicológico. No se trata en este caso de un cuerpo violentado, sino de una subjetividad afectada sis­te­má­ti­ca­men­te por palabras, gestos y actitudes de otro.



“El psicoanálisis demuestra que una palabra castiga, humilla, salva e incluso mata., un gesto de rechazo sistemático o de intolerancia aplasta, una mirada inquisidora horroriza, es tan eficaz como un golpe con odio [...] son actos que le dan consistencia a un supuesto verdugo, que en la vida cotidiana reitera una sentencia humillante para su víctima, a quien se le dibuja un destino de tribulaciones, y la intensidad de los sentimientos que desencadenan, nunca es proporcional con la magnitud del hecho que los produce, por la significación imaginaria que para cada sujeto tiene lo que ha vivido sin comprender.


El maltrato físico se observa como trauma orgánico, el maltrato psicológico se escucha porque se anuda a la historia de un vínculo amoroso. En los rechazos, las distancias, los equívocos, que el amor en su ambivalencia promueve, se instala el sufrimiento correlativo del amor, que todos los seres humanos sentimos, pues no hay dolor psíquico, sin dependencia, sin deseo de reconocimiento.



En esa coacción, los padres a través de las palabras dichas y de las sobreentendidas, pueden fijar significaciones “detenidas”, “cristalizadas”, que sin el sujeto saberlo, marcarán el rumbo de su historia, pues tendrán un lugar en su inconsciente. Así lo que el sujeto es, “ tal como Freud lo subrayó, se articula desde su inconsciente al mundo propio de las relaciones infantiles, porque para él la palabra tiene pasado[....] vinculado, una lengua que se puede llamar interfamiliar”



Ver al respecto la investigación sobre el castigo a través de los ojos de los niños,, realizada por Jimena Tabares (1998), en la cual la autora delimitó un universo de estudio comprendido por niños y niñas preadolescentes y estableció como unidades de observación dos grupos pertenecientes a dos sectores socioeconómicos diferentes. El grupo 1 estaba conformado por niñas de sectores medio y alto.



El grupo 2, por niños y niñas pertenecientes a un sector socioeconómico medio bajo. Ambos grupos diferían, claro está, en sus características socioculturales. Esta circunstancia permitió apreciar variaciones en la conceptualización y manifestación del castigo y del castigo violento, evidenciando la incidencia de factores familiares y culturales. En los testimonios recogidos de los propios niños, sobre los tipos de castigos recibidos, puede reconocerse que el castigo físico continúa siendo en nuestra sociedad una práctica consuetudinaria en estratos sociales bajos, sin decir por ello que esté completamente excluido de sectores sociales medios y altos. “Las categorías generales de castigos encontrados para los dos grupos de niños investigados, fueron: 1. “ pegar o golpear, como actos infligidos por los adultos sin mediación de objetos. [....] .


Pegar con cosas o lanzarlas, comprende los actos agresivos, con mediación de objetos. Los niños pertenecientes al estrato bajo, dijeron además haber sido golpeados con palo, tabla, bate, tubo, cremallera, ladrillo, escoba, pringamosa, látigo, cable, rejo, y cuerda; también han sufrido quemaduras con cigarrillo o plancha, les han lanzado zapatos, platos, piedras, y ollas, y los han zambullido de cabeza en albercas. Ambos grupos señalaron el rechazo, el encierro, la indiferencia ante sus necesidades afectivas, la ausencia de caricias, las comparaciones denigrantes o los tratos discriminatorios y la indiferencia frente a los estados anímicos del menor, como prácticas que impiden o limitan la interacción social del niño

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