lunes, 19 de mayo de 2008
EXPRESIONES MALTRATANTES
· Eres un niño-una niña malo(a) ................. Quédate quieto pelao(a) de ...
· Pareces bruto(a)...Me tienes aburrida(o)
· Deja de molestar o te pego? En dónde tienes la cabeza?
· Por qué eres así ah?Me provoca es darte duro para que obedezcas!
· La cabeza no te da para nada Eres un bueno para nada
· No haces nada bien!· Vas a saber quien soy yo !
· No te mereces nada...· Sigue así y verás!
· Lo que estás buscando es que te pegue!· Si te portas mal no te quiero!
·
Formas de maltrato
Formas de Maltrato
El Abandono:
Tiempo copado:
Exigencia:
Separación:
Reconozca las formas de maltrato infantil
Reconozca las formas de maltrato infantil
En la mayoría de los casos los padres no quieren lastimar a sus hijos, pero lo hacen sin darse cuenta. La exigencia, el abandono y el aislamiento de la sociedad son algunas formas de hacerlo. Prevéngalos y conozca los peligros de esto.
Valeria es una atleta de 7 años. A su edad tiene miedo de hablarle al papá y contarle sus problemas. Está irritable: bajó rendimiento académico, dificultades para relacionarse con sus compañeros y presenta agresión verbal con sus familiares. Esas son respuestas al maltrato sicológico que está recibiendo por parte su padre, sin que este se dé cuenta.
Él la obliga a asistir todos los días a los entrenamientos de atletismo. Quiere que su hija logre ser lo que él nunca pudo: campeona olímpica en este deporte. Pero ella se siente comprometida y obligada por tanta insistencia de su ser querido.
Así como ella, muchos niños son maltratados sicológicamente sin que estos se den cuenta. Y con seguridad, usted como padre no quiere hacerlo, pero, en muchas ocasiones, usted, sin darse cuenta, termina haciéndolo. ABC del bebé habló con especialistas para conocer las formas más claras de maltrato sicológico en un menor.
Los peligros del maltrato sicológico
Hoy en día, los padres están educando con reglas rígidas, castigos físicos y verbales, que en realidad no ayudan al menor, sino que destruyen sus proyectos de vida. Christian Muñoz, siquiatra infantil, explica que “el maltrato sicológico parte de obligar a los hijos a ser lo que nunca pudieron los padres ser, sin dejarlos que sean ellos quienes tomen las decisiones”. Y es que la mayoría de los niños no manifiestan verbalmente sus inconformidades. Ellos prefieren callar y asumen entonces comportamientos que indican: ansiedad, tensión, aislamiento, timidez, soledad y miedo a comunicarse con los demás. Muñoz asegura que cuando los niños se arriesgan a contar su inapetencia por alguna actividad programada por sus padres, ellos siempre acuden a palabras como: “Usted es un perezoso. Mire ese otro niño como sí aprende”.
“Esas palabras deben evitarse, porque los niños, creen todo lo que los mayores dicen. Así que crecen frustrados y resentidos”, asegura el siquiatra Muñoz.
- “aterrorizarlo, mantenerlo en un clima de hostilidad, humillarlo y aislarlo de otros niños”.
Siga las pautas
- Comprender que no siempre lo que los papás creen está bien para los niños. Ellos también tienen que tomar sus propias decisiones.
Los padres deben asesorarse para conocer las exigencias que debe tener un menor de acuerdo a cada edad.- Los estudios han demostrado que a un pequeño no hay que entrarlo a varias muchas actividades para que se desarrolle bien; por el contrario, lo que sugieren es darles tiempo y cariño.
Siempre se les debe preguntar si se sienten bien con los papás, si necesitan más tiempo o si tienen alguna incomodad.
Como ayudar a las Victimas del Maltrato
CÓMO AYUDAR A LAS VÍCTIMAS DEL MALTRATO
- Identificando los casos de maltrato.
- Realizando intervenciones en las situaciones detectadas, a través del gabinete o de docentes sensibles y capacitados.
- Derivado y /o denunciado los casos de maltrato a los organismos pertinentes. Aquí proponemos algunas líneas de trabajo que la escuela puede desarrollar con los niños y sus familias:
Realizar tareas de sensibilidad y capacitación
Realizar talleres reflexivos.
- Desarrollar accidentes de difusión y sensibilidad entre los niños, las familias y la comunidad acerca de los derechos del niño.
- Articular con la currícula, actividades dirigidas a revisar el problema críticamente. Estimular la confianza y la autoestima de los niños / as.
- Para desarrollar con éxito la función preventiva, la escuela como institución debe ser capaz de revisar sus propias actitudes hacia el control de las conductas de los niños y adolescentes.
- Ofrecer a los alumnos el espacio y las oportunidades para experimentar formas no violentas de resolución de los conflictos.
- Llevar a cabo asambleas, consejos de aula y todo medio que estimule la participación democrática en la vida escolar.
Institución de ayuda
Institución DIF
A los niños y niñas han sufrido algún maltrato, se le brinda determinada rehabilitación, para sus reincorporación a la sociedad se de la manera más fácil.
Atención médica y psicológica al niño maltratado
Atención psiquiátrica o psicológica del agresor
Orientación familiar
Separación del medio de peligro
Establecimientos de asilos temporales- Adopción
Objetivos del DIF en la atención del niño maltratado
Fomentar el sano crecimiento, tanto físico como mental de la niñez y la formación de su crítica
Investigar la problemática del niño, de la madre y de la familia a fin de proponer las soluciones adecuadas.
Coordinación con otras instituciones afines, cuyo propósito sea la obtención del bienestar social.
Maltrato Psicológico
El Maltrato Psicológico
Sustentados en el discurso de los derechos y de las verdades que la psicología ha construído en relación con las pautas de crianza, en algunos sectores sociales, el castigo que los padres infligen, intencionadamente ha cambiado de objeto. Encontramos aquí el maltrato psicológico. No se trata en este caso de un cuerpo violentado, sino de una subjetividad afectada sistemáticamente por palabras, gestos y actitudes de otro.
“El psicoanálisis demuestra que una palabra castiga, humilla, salva e incluso mata., un gesto de rechazo sistemático o de intolerancia aplasta, una mirada inquisidora horroriza, es tan eficaz como un golpe con odio [...] son actos que le dan consistencia a un supuesto verdugo, que en la vida cotidiana reitera una sentencia humillante para su víctima, a quien se le dibuja un destino de tribulaciones, y la intensidad de los sentimientos que desencadenan, nunca es proporcional con la magnitud del hecho que los produce, por la significación imaginaria que para cada sujeto tiene lo que ha vivido sin comprender.
El maltrato físico se observa como trauma orgánico, el maltrato psicológico se escucha porque se anuda a la historia de un vínculo amoroso. En los rechazos, las distancias, los equívocos, que el amor en su ambivalencia promueve, se instala el sufrimiento correlativo del amor, que todos los seres humanos sentimos, pues no hay dolor psíquico, sin dependencia, sin deseo de reconocimiento.
En esa coacción, los padres a través de las palabras dichas y de las sobreentendidas, pueden fijar significaciones “detenidas”, “cristalizadas”, que sin el sujeto saberlo, marcarán el rumbo de su historia, pues tendrán un lugar en su inconsciente. Así lo que el sujeto es, “ tal como Freud lo subrayó, se articula desde su inconsciente al mundo propio de las relaciones infantiles, porque para él la palabra tiene pasado[....] vinculado, una lengua que se puede llamar interfamiliar”
Ver al respecto la investigación sobre el castigo a través de los ojos de los niños,, realizada por Jimena Tabares (1998), en la cual la autora delimitó un universo de estudio comprendido por niños y niñas preadolescentes y estableció como unidades de observación dos grupos pertenecientes a dos sectores socioeconómicos diferentes. El grupo 1 estaba conformado por niñas de sectores medio y alto.
El grupo 2, por niños y niñas pertenecientes a un sector socioeconómico medio bajo. Ambos grupos diferían, claro está, en sus características socioculturales. Esta circunstancia permitió apreciar variaciones en la conceptualización y manifestación del castigo y del castigo violento, evidenciando la incidencia de factores familiares y culturales. En los testimonios recogidos de los propios niños, sobre los tipos de castigos recibidos, puede reconocerse que el castigo físico continúa siendo en nuestra sociedad una práctica consuetudinaria en estratos sociales bajos, sin decir por ello que esté completamente excluido de sectores sociales medios y altos. “Las categorías generales de castigos encontrados para los dos grupos de niños investigados, fueron: 1. “ pegar o golpear, como actos infligidos por los adultos sin mediación de objetos. [....] .
Pegar con cosas o lanzarlas, comprende los actos agresivos, con mediación de objetos. Los niños pertenecientes al estrato bajo, dijeron además haber sido golpeados con palo, tabla, bate, tubo, cremallera, ladrillo, escoba, pringamosa, látigo, cable, rejo, y cuerda; también han sufrido quemaduras con cigarrillo o plancha, les han lanzado zapatos, platos, piedras, y ollas, y los han zambullido de cabeza en albercas. Ambos grupos señalaron el rechazo, el encierro, la indiferencia ante sus necesidades afectivas, la ausencia de caricias, las comparaciones denigrantes o los tratos discriminatorios y la indiferencia frente a los estados anímicos del menor, como prácticas que impiden o limitan la interacción social del niño
Diferenciación entre Maltrato y Castigo
Hacia una Diferenciación entre Maltrato y Castigo
Identificar el maltrato como violencia particular sobre los hijos, supone diferenciarlo del castigo, (con el que en no pocas oportunidades se lo confunde), como relación coactiva, que en la cotidianidad del hogar se encuentra asociada a intenciones educativas, formativas, privilegiado socialmente para instaurar en el niño regulaciones sociales que le permitan hacer lazo social.
El castigo como reparación, se inscribe en una serie de arreglos normativos, de ideales sociales, de creencias que desde los principios éticos y morales de una cultura regulan el empuje a la propia satisfacción de los impulsos sexuales y agresivos, como tendencias connaturales que ponen en grave peligro de disolución la vida social. Desde esta concepción, el castigo es violencia simbólica, en tanto hace obstáculo a la repetición de actos que sin los límites impuestos, precipitarían al niño y más tarde al adulto a la consecución de un goce inútil, que en su despliegue arrasaría a otros y al propio sujeto.
Si el castigo en su ejercicio se aparta de la crueldad, del sadismo, de la venganza, y se soporta en el sentimiento amoroso, tendrá un efecto protector para el niño. Le permitirá aceptar las renuncias que el Otro le impone, el rebajamiento de su omnipotencia, es decir, asumir la castración.
Ahora bien, aunque la ley aplicada por los adultos está siempre referenciada en lo simbólico, hay en cada caso una forma particular de entenderla y de ejercerla. La subjetividad del agresor entra aquí en juego. El niño/a como íntimo, tiene la calidad de objeto interno, es decir, cifra para el padre o la madre atributos, defectos, deseos, aspiraciones, construidos a través de la historia vivida. Además, en la dimensión y agravantes que se atribuyen a la falta, en los juicios imaginarios de intención, en la presunción de sus efectos, la exploración clínica permite reconocer repeticiones o formaciones reactivas de experiencias vividas por el agresor con aquellos que forman parte de su historia, y que proveen un modo singular a la definición de la ofensa y de la reparación. Desde ese registro imaginario el castigador coloca en los pensamientos, en los actos del hijo/a significaciones, que tal como lo registra la clínica del maltrato, en muchos casos el niño genera sin querer, y sin saber. Por ello dos madres o dos padres no castigan igual. Los excesos, la intensidad y las estrategias castigantes, remiten a algo que está más allá de la memoria consciente, o de la causa forjada como justificación.
1Es pertinente sin embargo preguntarse, ¿por qué el sujeto acepta la prohibición, acepta la renuncia para identificarse con la ley del padre, como interdictor de su deseo? El amor, defiende al niño del abandono, del desamparo vital, que dada su indefensión, su inacabamiento, lo colocaría en el límite de la desaparición. El lenguaje, el desvalimiento del niño y su dependencia de los otros, sostienen la inscripción del niño en la ley. Su “desamparo originario”, tal como lo nombra Freud, funda en el niño el miedo a perder el amor del otro, sin el cual su existencia se torna imposible. De otro lado, identificarse con el Otro, lo preserva del odio, evitando de esta manera exponerse como objeto de daño.